El autor de teatro Pedro Muñoz Seca, poseedor de un genial sentido del humor, encarcelado en Madrid por los republicanos, comentó a los que se disponían a fusilarle: "Me temo que no tienen ustedes intención de incluirme en el círculo de sus amistades".
En los días anteriores, cuando un siniestro carcelero apellidado Gálvez decía a voz en grito, señalándole: "A éste no me lo matéis, que a éste lo mato yo", Muñoz Seca contestaba con una ceremoniosa inclinación de cabeza: "Muy honrado, Gálvez, muy honrado".
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